Marielle Franco y Mario Roberto Santucho: Construyendo Poder Popular en Diferentes Épocas
Marielle Franco (1979-2018) y Mario Roberto Santucho (1936-1976) representan dos generaciones distintas de lucha popular en América Latina, pero comparten principios fundamentales en la construcción de poder desde las bases. Aunque sus contextos y métodos difieren, ambos encarnaron la resistencia contra la opresión y la construcción de alternativas desde los sectores populares.
Santucho fue una figura central en el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) durante los años 60 y 70 en Argentina. Su trabajo se enfocó en la organización obrera a través de sindicatos combativos como Sitrac-Sitram, y en la creación de estructuras de base que promovían la educación política marxista. Santucho veía la lucha argentina como parte de un proceso continental antiimperialista más amplio, estableciendo vínculos con movimientos de liberación en Cuba, Vietnam y África.
Marielle Franco, por su parte, desarrolló su trabajo político en las favelas de Río de Janeiro durante los años 2000 y 2010. Como mujer negra, favelada y socióloga, articuló luchas feministas, antirracistas y de clase a través de la organización comunitaria. Creó consejos populares donde las mujeres negras y los residentes de favelas diseñaban políticas públicas desde abajo, y conectó estas luchas con movimientos urbanos globales.
Ambos compartieron el principio de que el cambio real nace de la organización popular, no de elites. Priorizaron la educación política como herramienta de emancipación: Santucho a través de escuelas de cuadros marxistas, Marielle mediante cursos de derechos humanos en las favelas. También comprendieron que la opresión no tiene fronteras y que la resistencia debe ser tan global como el capital, aunque con diferentes enfoques de internacionalismo.
Sus métodos reflejaron sus contextos históricos. Santucho actuó bajo dictaduras militares, organizando acciones de masa y resistencia clandestina. Marielle trabajó en una democracia neoliberal, utilizando herramientas legales, campañas electorales y redes sociales. Sin embargo, ambos enfrentaron la violencia estatal por desafiar el orden establecido y se convirtieron en símbolos de la potencia popular que el poder no pudo silenciar.
Las diferencias contextuales son significativas. Santucho se dirigió principalmente a obreros industriales y estudiantes en el contexto de la Guerra Fría, mientras Marielle trabajó con movimientos urbanos, racializados y de diversidad sexual en el capitalismo neoliberal actual. Santucho confrontó al imperialismo y la oligarquía local; Marielle enfrentó al capitalismo racial, las milicias y el patriarcado.
De sus legados surgen lecciones cruciales para las luchas actuales: la importancia de unir diversas luchas sin homogenizarlas, la necesidad de formación política que combine teoría y práctica, y la construcción de poder popular autónomo fuera de las estructuras estatales. Ambos demostraron que la transformación social no viene solo desde elecciones o insurrecciones, sino desde la organización persistente en las bases.
Sus muertes, ambas por manos de la violencia estatal, revelan el miedo del poder establecido ante la organización popular. Pero sus legados perduran como semillas de resistencia que continúan inspirando nuevas generaciones de activistas en América Latina y allende.
Este análisis no busca glorificar el pasado sino extraer lecciones para el presente. La lucha sigue, y las enseñanzas de Santucho y Marielle iluminan caminos para construir poder popular en tiempos complejos. Su convicción compartida de que la liberación es una tarea colectiva sigue siendo relevante para todos los que buscan un mundo más justo.
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